Relatos de una mujer borracha by Martina Cañas

Relatos de una mujer borracha by Martina Cañas

autor:Martina Cañas [Martina Cañas]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9789569646096
editor: 2016
publicado: 2015-12-24T00:00:00+00:00


Mi amor, buenos días, partimos el día con el pie derecho, ¡te tengo excelentes noticias! Mi papá estuvo toda la mañana en el entretecho y encontró cuatro cajas con ropa de mi mami. Te esperamos pa’ almorzar, mi modeloca.

Cambia, todo cambia, y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño. Me cambié el nombre, cambié el teléfono y desde ese día no veo más películas de terror.

Suspiro limeño

Pues hagamos el amor por teléfono pe.

Era nuestro primer día en Lima. A decir verdad, no teníamos muchas expectativas. Pensábamos ir de feria artesanal en feria artesanal, comprando ropa recién cosida de lana de alpaca recién trasquilada, y después dejarnos caer en el bar del hotel. Ah, y, por supuesto, salir a tirar la caña de pescar, y llevarnos a alguien pal hotel o, en su defecto, tirar la malla de pescar y llevarnos a unos cuantos.

Básicamente, fuimos en calidad de turistas ya que agarramos pasajes baratos. Digo «fuimos» porque andaba con la María, con la pava María, con la pájara María, literalmente con ave María.

Nos bajamos del avión y tomamos un taxi hacia el hotel.

—¿Vienen de Chile, señoritas? —preguntó el taxista.

—Sí —respondí.

—¿Y les gusta Perú, señoritas?

Todo lo que yo conocía de Perú era lo que había visto en Laura en América, así que desde una ignorancia absoluta mi primera asociación con Perú era el carrito sandwichero; mi segunda asociación era el pisco sour y el ceviche, y mi tercera asociación era Nuveluz. Del resto, nada.

—Sí, hasta el momento se ve bonito.

—¿Usted sabe dónde están las mejores polladas pe, señito? —preguntó la María.

La María tiene el síndrome Bam Bam Zamorano: en cuanto sale de Santiago, empieza a hablar como autóctona. Fue insoportable la vez que pasó un fin de semana en Mendoza, porque anduvo como tres meses chillando como Rocío Marengo y viste, y boludo, y la concha de tu hermana.

—Sí, señoritas, si gustan las puedo pasar a buscar más tarde y las llevo donde está la mejor fiesta de la república independiente del Perú.

¿Estará Wendy Sulca feat Laura Bozzo?, pensé.

—Ahí está mi tarjeta: Otoniel Sueca —dijo el conductor.

Llegamos al hotel, descansamos un rato y bajamos al bar. Y así, pisco sour tras pisco sour, pisco sour tras pisco sour, quedamos las dos listas pa’ la foto, así que en un acto de honra a la bandera decidimos salir a la conquista y hacer patria, gritamos un Ceaheí, bailamos una cueca, y como ni la María ni yo andábamos con la rojita, no esperamos más y llamamos a Otoniel, quien nos llevó a bailar a una picá en un sector bien bonito de Lima.

Tengo que admitir que desde el prejuicio pensé que serían todos bien feos, pero na’ que ver. Hice un escáner del lugar y tiré la caña de pescar. Al rato picaron unos cuantos, pero no nos cayeron bien, next, y cuando ya estábamos prontas a abandonar el buque, cuando ya nos estábamos rindiendo, se me acercó Paolo Pe.

Paolo Pe impresionaba como un gran gentleman peruano. Conversamos un ratito y caí rendida ante su caballerosidad.



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